En este artículo vamos a explicar el cuarto de los 10 mandamientos de la pareja según Bert Hellinger. Aunque hemos abreviado el título por una cuestión de espacio, el primer mandamiento completo dice lo siguiente:

“Junto contigo trabajaré por el pan de cada día para mantenernos bien y juntos con nuestros hijos”.

En el tercer mandamiento hemos dicho que priorizaríamos la pareja sobre las familias de origen, los hijos y el trabajo. No obstante, a no ser que hayas nacido con la suerte de algunos pocos, necesitarás trabajar para el sostenimiento de la familia, y ello con un doble sentido: económico y emocional.

En cuanto al económico, vivimos en un sistema capitalista que requiere de medios materiales para poder cubrir nuestras necesidades básicas, y no tan básicas. En ocasiones, nos cuesta pensar en la obtención de estos medios para la unidad familiar, individualizándolos. Hay parejas que tienen fricciones porque uno gana más dinero que el otro, o uno trabaja y el otro está en casa cuidando de la familia, sin tener en cuenta que en cualquiera de las modalidades de familia que elijamos (que sólo trabaje uno o ambos), estamos contribuyendo a que la unidad familiar funcione.

Tal vez uno no trabaje fuera de casa, pero se encarga de las labores del hogar y del cuidado de los hijos, o de nuestros mayores. Puede que trabajen ambos, pero que uno gane más dinero que el otro debido a su formación o a que ha emprendido con un negocio que le funciona. Puede que hoy le vaya mejor a uno pero venga una crisis y de repente le vaya mejor al otro. La cuestión es pensar siempre en la unidad familiar: no se trata tanto de cuantificar si yo aporto 1000 y tú 2000, sino de trabajar en equipo para el buen desarrollo de la unidad familiar.

Si bien es cierto que no se trata tanto de cuantificar lo que aporta uno o lo que aporta el otro, esto no quiere decir que para que la pareja funcione podamos ostentar posiciones muy desequilibradas, tal y como explicamos en el artículo de los órdenes del amor. Es perfectamente viable que uno gane más que otro, o que uno trabaje fuera de casa y otro se ocupe de los asuntos domésticos, pero siempre debe haber un equilibrio, pues aportar a la pareja sin obtener nada a cambio es un sueño infantil digno de cuentos de hadas. Ahora bien, el equilibrio no significa que si yo aporto 1000 tú tengas que aportar 1000, porque no siempre es fácil coincidir en este sentido. Equilibrio significa que dentro de nuestra escala de valores que tenemos en común como pareja, yo aporto unas cosas y tú otras, siempre con el objetivo del bienestar de la unidad familiar.

En cuanto al sentido emocional, también a veces hay que trabajar, aunque de ello hablaremos más profundamente en el quinto y en el décimo mandamiento.

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