En este artículo vamos a explicar el séptimo de los 10 mandamientos de la pareja según Bert Hellinger. Aunque hemos abreviado el título por una cuestión de espacio, este mandamiento completo dice lo siguiente:

“Declaro con un SÍ a: aceptarte tal y como eres, tomar todo lo que has querido, todo lo que has amado, tu historia, tus parejas anteriores, a tus hijos.

En el sexto mandamiento, ya hemos definido un poco lo que significa aceptarte tal y como eres, y no apartarte de tu camino. Con este vamos un poquito más allá, y además, hoy en día este principio es muy importante dado el elevado número de divorcios y, por lo tanto, de segundas nupcias con hijos de matrimonios anteriores.

Hace no muchos años, te casabas para toda la vida. De hecho, hasta hace relativamente poco, en España no estaba permitido divorciarse. Aunque durante la Primera República Española (1931) se aprobó la primera Ley de divorcio, fue derogada con la victoria franquista (1939), declarando nulas todas las sentencias de divorcio a instancia de una parte realizados hasta la fecha (se mantuvieron en vigor las sentencias de divorcio de mutuo acuerdo). Así, el divorcio no estuvo permitido de nuevo hasta el año 1981, 6 años después de la muerte de Franco, ya con la democracia.

Una vez hecha la reseña histórica, volvemos a lo nuestro. Todos somos conscientes de que la realidad social ha cambiado exponencialmente en pocos años. El número de divorcios ni siquiera se conoce porque la gente ni siquiera se casa en muchas ocasiones. Cada vez son más las parejas que conviven, tienen hijos y se separan, sin pasar por ningún registro, por lo que el cómputo real es difícil. Aun así, si miramos a nuestro alrededor u observamos los compañeros de clase de nuestros hijos, veremos que son muchísimos los que sus padres están separados y tienen nuevas parejas, en muchos casos con hijos fruto de la nueva pareja.

Cuando nos establecemos como pareja con alguien que trae hijos de un matrimonio anterior, hay que tener en cuenta el orden y la jerarquía: el progenitor del primer hijo, llegó a a mi sistema antes que mi nueva pareja, por lo tanto, debe ser honrado y respetado como lo que es, el primero. Ahora bien, a pesar de ser el primero en orden, cuando tengo una nueva relación con alguien y además tengo hijos, jerárquicamente tiene prioridad la pareja actual. Es decir, igual que en una empresa un nuevo jefe debe respetar a los empleados por su antigüedad pero puede tomar decisiones por tener un rango jerárquico superior, pasa lo mismo en la pareja: la primera pareja debe ser respetada por la “antigüedad” pero la actual tiene rango jerárquico superior. No podemos condicionar nuestra relación actual poniendo por delante a nuestra pareja anterior.

Si yo no tengo hijos y estoy en pareja con alguien que sí, deberé tomar a mi pareja y sus hijos. No como si fueran míos, porque los niños ya tienen a su padre y a su madre, pero desde el lugar que me corresponde como pareja, aceptando todo lo que viene de antes (orden).

¿Recuerdas el cuento de Cenicienta? 

Te voy a refrescar la memoria por si no lo recuerdas: Cenicienta era hija de un feliz matrimonio. Cuando su madre murió, su padre se casó con una mujer que también tenía dos hijas de otro matrimonio. De repente, el padre también murió, y cenicienta se quedó conviviendo con su madrastra y las dos hermanas, quienes la trataban como una esclava. ¿Respetaba la madrastra a la hija de su difunto marido? ¿Se estaba respetando el orden? El palacio donde vivían era del padre de Cenicienta, por lo que ella estuvo en ese hogar antes que la madrastra y las hermanas. ¿Se le reconocía como tal? Pero como el universo es sabio, con la pérdida del zapato llegó el equilibrio.

Suscríbete a la newletter y recibe gratis la guía de Derecho Sistémico para iniciarte en esta nueva manera de mirar al conflicto