Escribo este post desde Bogotá, después de seis días muy intensos acercando el Derecho Sistémico a centenares de personas. Han sido unas jornadas increíbles de la mano del maestro, Sami Storch, y me siento realmente honrada de haber tenido la oportunidad de venir a promover esta maravillosa mirada del conflicto al país que tan bien me ha acogido siempre.

Hace diez años vine por primera vez a Colombia de vacaciones. Tanto me fascinó esta tierra y sus gentes que, tras quince días en este hemisferio, me dispuse a ir a España a dejar mi piso, trabajo, coche, todo, por venirme a vivir a esta maravilloso país. Concretamente, estuve viviendo un año en Taganga, en la parte del Caribe. Parte de esa historia la explico en mi libro que pronto podréis leer, porque le dedico un capítulo.

Volviendo al presente y a esta semana, ha sido un verdadero placer impartir estos talleres, con un público más que receptivo. Fueron impartidos en la Universidad de San Martín, Universidad Javeriana, para la Corte Suprema (el equivalente al Tribunal Supremo en España) y en Defensoría del Pueblo. Por ese orden.

El primero, en la Universidad de San Martín, poco puedo contar porque lo impartió Sami, ya que mi vuelo no llegaba a tiempo para compartir el espacio. Parece que suscitó bastante interés en la temática, a pesar del cansancio que arrastraba Sami tras un largo viaje desde Bahía, pero él nunca defrauda: no hay cansancio que pueda con su capacidad para transmitir esta filosofía.

El segundo, en la Universidad Javeriana, lo impartí yo sola, ya que Sami necesitaba descansar de su duro viaje. Fuimos pocos pero buenos. Los asistentes fueron profesores universitarios del ámbito de la administración de justicia, mediación y derecho de familia, así como un Magistrado de la Sala de lo Penal, quien ya había asistido al taller del día anterior y parece que le gustó la materia, porque decidió repetir.

En el siguiente post, os voy a contar más detalladamente cómo fueron los talleres tanto en la Corte Suprema como en la Defensoría del Pueblo, ya que fueron los más extensos y que se trabajaron en más profundidad, por lo que merecen dedicarles unas palabras.

Enhorabuena también a Marcela Arbeláez Ríos, así como todas las personas que han facilitado estos encuentros, pues es un gran logro que semejantes instituciones estén abiertas a recibir lo nuevo con los brazos abiertos. De corazón, gracias.

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