Sanar para dejar de juzgar

Cuando decimos que una persona es tóxica, la estamos juzgando. Y con ese juicio, nos estamos posicionando como superiores, mejores que ellos.

¿Sabemos acaso cuáles son las circunstancias de esa persona? Yo soy la primera que en ocasiones emito juicios. Sí, claro, soy humana. Pero si me paro a reflexionar, en seguida me doy cuenta de que nadie decide ser tóxico. Nadie quiere molestar o caer mal. Tal vez necesitan llamar la atención, son personas faltas de afecto o que simplemente no se dan cuenta de cómo están actuando. O simplemente, tienen unos valores diferentes a los míos. ¿Rechazarlas es la solución?

Dependiendo del lugar que ocupe esa persona en tu vida, la decisión será una u otra; pues no es lo mismo ser el jefe en una empresa y que esté generando un mal ambiente en el equipo, que sea tu cuñada o que sea el portero de tu escalera. Pero en cualquiera de los casos, siempre debemos hacernos la misma pregunta:

¿Qué hay dentro de mí no sanado, que al verlo reflejado en la otra persona me molesta tanto?

Sabemos que los órdenes del amor son la inclusión, jerarquía y equilibrio. Cuando una relación no fluye, es porque estamos trasgrediendo uno de estos tres órdenes. Por lo tanto, si rechazo a alguien (por tóxico o por cualquier otra razón), ¿qué orden estoy transgrediendo? La pertenencia (o inclusión).

Cuando excluimos a alguien, lo hacemos porque, según nuestras creencias, esa persona hizo algo malo (estamos juzgando) o su comportamiento no es acorde con nuestros valores. Esa falta de aceptación por nuestra parte, puede venir de un dolor profundo por situaciones similares. Por ejemplo, si mi abuelo le fue infiel a mi abuela, yo juzgaré a los hombres que son infieles, porque se comportan muy mal. Pero si no sano mi herida y le doy a mi abuelo un lugar en mi corazón, sin juicio, es muy probable que se me repita el patrón.

¿Te ha pasado que te has enamorado de hombres no disponibles?

Tal vez haya una herida no sanada. Las constelaciones familiares ayudan a sacar a relucir los patrones inconscientes para poder sanarte y vivir mejor.

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En este libro explico, a través de mi historia personal, en qué consisten las constelaciones familiares y cómo se pueden aplicar al mundo del derecho, bien desde el punto de vista del profesional o desde la persona que necesita ayuda. No se trata de creerse lo que yo digo, sino de experimentarlo.

No necesitas ser jurista para poder comprender y disfrutar esta lectura, pues justamente he pretendido hacerla muy amena para que cualquier persona pueda sentirse identificada y pueda serle útil.