En este post, trataremos de explicar cómo ofrecer ayuda sistémica desde el punto de vista del abogado, pues aunque nos hayamos formado en constelaciones familiares, mientras ejercemos de abogados, no trabajamos como terapeutas y la gran mayoría no lo somos. ¿De qué nos sirve entonces formarnos en constelaciones familiares si no vamos a hacer constelaciones con los clientes?

En primer lugar, aclarar que la constelación no es una cosa que “se hace”. La constelación es una cosa que ocurre, y una filosofía de vida que, cuando la integras, la aplicas a cualquier ámbito de la vida tanto personal como profesional, pues se trata de incluir, decir sí a todo tal y como es, respetar el orden y la jerarquía y relacionarse de manera equilibrada en todas las relaciones, excepto en las de padres e hijos, que no se equilibran nunca. Así, pues, vamos a explicar los órdenes de la ayuda que Bert Hellinger definió para que la ayuda pueda ser sana y efectiva:

  1. Dar lo que se tiene y tomar lo que se necesita. Solamente puedo dar aquello que tengo, por lo tanto, debo ser consciente de mis límites y respetarlos, reconociendo honestamente que habrá personas a las que no pueda ayudar. Esta ayuda es humilde, pues renunciamos a ayudar cuando el cliente pretende algo que no le podemos dar o, porque la temática del cliente es un conflicto que no tenemos resuelto en nuestro propio sistema y nos duele, por lo que no podemos dejarnos llevar por ese dolor y quedar atrapado por la problemática del cliente. Por ejemplo, si estoy en plena separación y en conflicto con mi expareja, será difícil que yo pueda ayudar a alguien con su divorcio hasta que yo resuelva el mío propio.
  2. Mantenerse dentro de las posibilidades. Cada uno tiene unas circunstancias internas y unas circunstancias externas. Estas circunstancias deben ser vistas y respetadas; de lo contrario, la ayuda no será efectiva. Por ejemplo, si una persona solicita los servicios de un abogado pero no tiene dinero para pagarle ni posibilidad de obtenerlo, el abogado no puede decir “no te preocupes, ya me pagarás” si sabes que esto no ocurrirá, porque la persona se sentirá eternamente en deuda y el abogado sentirá que se le debe algo. Igual pasa si un cliente paga una provisión de fondos y el servicio es prestado deficientemente porque el abogado no conocía la materia para la que fue contratado, se produce un desorden por no haber actuado dentro de sus posibilidades.
  3. La ayuda adulta. En muchas ocasiones, vemos que los clientes acuden al abogado esperando que le digan qué debe hacer con su conflicto, o que tomen la decisión por ellos. Sin embargo, esto no es propio de una actitud adulta, sino más bien de un niño que busca un padre que le diga lo que tiene que hacer y, si el resultado no es el esperado, entonces echarle la culpa por haber tomado una mala decisión. Cuando asesoramos desde una postura sistémica, informaremos al clientes sobre las posibilidades legales, estrategias o de cualquier otra índole, pero dejando que sea él quien tome la decisión, empoderándole para ello. Si decide el abogado por el cliente, está actuando como padre, y esto debilita a ambos porque no están respetando cada uno su lugar.
  4. Empatía sistémica. La persona que viene con un conflicto, forma parte de un sistema. Cualquier conflicto tiene, por lo menos, dos puntos de vista distintos. Si podemos adentrarnos en el sistema del cliente y ver los roles de cada uno, podremos observar el conjunto de la situación de forma que la solución es más fácil que si analizamos la situación con el cliente de manera individual. Generalmente, la clave de la resolución del conflicto está en el excluido. Cuando un cliente excluye a alguien (entendiendo que excluir es pensar que ha hecho algo malo y no merece respeto o se le trata como inferior), ese excluido suele ser la clave de la solución al problema. Desde una postura sistémica, pondremos a los excluidos en el corazón, y este cambio de mirada nos ofrecerá una nueva posibilidad de solución. Reconocer y honrar “lo que es” siempre es el paso básico para la solución de cualquier conflicto.
  5. Ayudar sin juicios. El trabajo de constelaciones se halla al servicio de la reconciliación. Esto es lo opuesto a un mundo que se divide entre buenos y malos, pues los órdenes del amor no entienden de bueno y malo. Si como abogados tomamos posición y juzgamos algo como bueno o malo, nos ponemos al servicio del conflicto y no de la solución del mismo. Por lo tanto, la ayuda sólo será posible si incluimos a todas las partes en el corazón, sin juicio, respetando el nivel de consciencia de cada uno.
  6. Ayudar sin compadecerse. Si alguien se queja de lo que le ha ocurrido, es porque desea que hubiera sido diferente. Y si el abogado se compadece, es porque también desearía que hubiera sido diferente. Con esta actitud, no estamos aceptando las cosas tal y como fueron, olvidando que gracias a lo que fue y como fue, somos como somos hoy. Esto debilita a ambos. En cambio, si acepto las cosas tal y como son, da fuerza al cliente y el abogado no necesita consolarle, sino solamente ponerse al servicio para actuar ahora sin necesidad de cambiar el pasado.
  7. Respetar el destino del cliente. Finalmente, es muy importante respetar los límites y el destino del cliente. En ocasiones, el cliente puede que tenga un destino terrible, y podemos empatizar con él sistémicamente pero no compadecernos ni tratar de cambiar su destino. A veces, es difícil aceptar la realidad del otro porque puede parecernos dura pero consolar al cliente lo debilita. Imaginemos un cliente que viene a reclamar una indemnización a un seguro porque le atropelló un coche y perdió las 2 piernas. Esto es una realidad, que por dura que sea, debemos aceptar. Si respetamos su destino, el cliente ganará fuerza para enfrentar su destino.

Para poder trabajar con postura sistémica, lo más importante es que el abogado haya hecho un trabajo personal, o corre el riesgo de querer vengarse de sus propios conflictos a través de sus cliente. Autoconocerse y ser consciente de los propios conflictos para poder resolverlos es lo más importante para poder ayudar a otros de una manera neutra y pacífica.

 

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