Hoy se cumple justo un año desde mi entrada en el Consell Insular de Eivissa como Directora Insular de Gestión del territorio y lucha contra el intrusismo. No fue nada fácil tomar la decisión de renunciar a un proyecto propio, basado en un despacho donde trabajábamos el conflicto a través de las constelaciones familiares, además de muchos otros proyectos apasionantes. No fue nada fácil una vez en el cargo, adaptarse a los ritmos de “las cosas de palacio”. De hecho, lo primero está superado, pero he de reconocer que lo segundo aún sigue produciéndome algo de frustración, aunque cada vez la sé gestionar mejor. Y es que aquello que resistes persiste y lo que aceptas, te transforma (que no se transforma). Porque nada se transforma más que tu mirada que, al cambiarla, cambias tu realidad. Es lo que tiene la física cuántica: que el observador de un hecho influye en la manera en que ese hecho es percibido. Es como decir que una misma pelota de tenis, para alguien puede ser una esfera, pero para otro un cubo.

“Aceptar es perder la urgencia de que las cosas sean como yo quiero que sean.”

Jorge Bucay.

He de reconocer que en muchas ocasiones he tenido ganas de tirar la toalla. Todos tenemos días. Y supongo que volveré a tener esa sensación en algún momento, es algo humano. Está siendo un año especialmente complejo con toda esta situación que nos ha tocado vivir del COVID, lo cual ha tenido grandes repercusiones tanto sanitarias, como sociales, económicas, laborales y educativas. Personal sanitario agotado por falta de recursos; personas llenas de miedo; economía resentida; padres y madres teletrabajando mientras hacen de profesores en casa; profesores tratando de dar clase online a unos niños que no pueden entender lo que está pasando; personas sin recursos que no podían acceder a la escuela online por falta de medios; colas interminables en la puerta de cáritas buscando lo más básico para la supervivencia… ¿Y qué hacemos con todo esto? He oído muchas recetas: desde el dióxido de cloro hasta vacunación obligatoria pero, francamente, la que más me ha gustado es la de Jorge Bucay: ACEPTAR, que es perder la urgencia de que las cosas sean como yo quiero que sean en este momento. No me resigno, sino que tengo la paciencia de esperar y adaptarme a las circunstancias sin causarme sufrimiento, aunque en algunos momentos me resulte difícil, porque hay que cruzar la imperfección para darse cuenta de que todo es perfecto.

“Aceptar también es aceptar que no estoy aceptando.”

Sergi Torres.

Este ha sido (y está siendo) uno de mis grandes aprendizajes este año: la aceptación. Todos teníamos planes. Yo también. Más allá del personaje que podéis ver en las redes, hay una persona con vida, planes y sueños. Por ejemplo, este año tenía previsto ir a Mexico al residencial de CUDEC, para realizar la formación presencial obligatoria del Máster de psicología sistémica que estoy cursando. Y la vida también me sorprendió con otras cosas que no estaban planificadas, en unos casos aportando alegría y en otros dolor. Y con cada persona que hables, podrá explicarte algo parecido, aunque unos lo explican con aceptación, otros con resignación y otros con indignación, pero la situación es idéntica en muchos casos, cambiando solamente la forma en la que lo vivimos. Sé de alguna persona que ha decidido reinventarse, dejar su trabajo o, simplemente, tomarse la vida de otra manera. Esta situación pandémica ha supuesto un antes y un después en la vida de muchos, más allá del hecho de llevar mascarilla, hecho que nos hubiera parecido impensable hace tan sólo 7 meses. No por ello vamos a dejar de planificar nuestras vidas, porque sin organización no pueden lograrse los objetivos; pero tal vez sea importante aprender a adaptarnos a las circunstancias y a vivir con incertidumbre, algo a lo que estamos poco acostumbrados pero no hay vuelta atrás: las reglas del juego han cambiado.

“Los planes son inútiles, pero la planificación es indispensable.”

Dwight D. Eisenhower

Aprender a vivir con incertidumbre y adaptarse a las circunstancias siempre han sido virtudes, que en el escenario actual, se convierten en necesidad. Pero para ello, es muy necesario el autoconocimiento porque, si no nos conocemos, podemos cometer el error de culpar a las circunstancias en lugar de hacernos responsables y protagonistas de nuestras propias vidas. Ya hace años que muchas personas hablan de la obsolescencia del sistema educativo industrial (Ken Robinson) e incluso hay personas apostando por un sistema escolar consciente como el proyecto Terra, o La Akademia, ambos liderados por Borja Vilaseca.

No sólo nos encontramos ante una revolución del sistema educativo, que se ha visto obligado a adaptarse a la enseñanza online, o al autoconocimiento, que tal vez muchas personas hayan conocido al tocar fondo durante el confinamiento. También nos encontramos ante una revolución laboral y política: las normas del juego también han cambiado en estos sectores.

Por un lado, las empresas se han adaptado al teletrabajo y a la flexibilidad horaria, a una velocidad de vértigo. Como dice el refranero español: “A la fuerza, ahorcan.”. También muchas personas sin trabajo o que necesitaban un empujón, han despegado con negocios virtuales o con propuestas que, en otras circunstancias, no se habrían atrevido.

Por otro lado, en el ámbito político, ya estábamos presenciando cambios con la ausencia de las históricas mayorías absolutas que obligan al diálogo. Toda esta situación, nos ha vuelto a todos más vulnerables y se ven también las fortalezas y debilidades de aquellos dispuestos al diálogo y a buscar soluciones o aquellos sólo dispuestos a criticar destructivamente, olvidando que cuando señalo con un dedo, quedan tres apuntando hacia mí.

Ante todo este panorama, yo lanzaría las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué puedo hacer yo para mejorar mi situación?
  2. ¿Qué puedo hacer yo para mejorar la situación a mi alrededor?
  3. ¿Qué aporto yo a este sistema que tanto nos ayuda con la sanidad y tantas otras ayudas sociales que está ofreciendo?

“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia.”

Atribuida a diversos autores.

 

 

Suscríbete a la newletter y recibe gratis la guía de Derecho Sistémico para iniciarte en esta nueva manera de mirar al conflicto